martes, 7 de octubre de 2014
CAPITULO 25
Ian le sonríe a la camarera y le pide la cuenta. —Va por mí esta noche. —Pone el dinero suficiente para cubrir la factura y la propina, y todos nos levantamos y estiramos.
—Entonces, ¿quién va a dónde? —pregunta Pedro.
—Bar —responde Gonzalo inmediatamente, impulsivamente como si eso llamara a las chicas.
—Acabo de terminar un turno de doce horas —le digo—. Estoy abatida.
—¿Te importa si te llevo? —pregunta Pedro cuando todos salimos—.No me siento con ganas de salir esta noche. Sólo quiero dormir.
Me gusta la forma en que no disfraza el énfasis en frente de Gonzalo cuando dice dormir. Es como si quisiera asegurarse de que soy consciente sobre sus pocas intenciones de realmente dormir.
—Sí, mi coche está en el hospital —digo, apuntando a esa dirección.
—Muy bien, entonces —dice Gonzalo, juntando las manos—. Ustedes culos flojos vayan a dormir. Ian y yo saldremos. —mi hermano gira, y ambos no pierden el tiempo yéndose en la otra dirección. Gonzalo se da vuelta, caminando hacia atrás al ritmo de Ian—. ¡Tomaremos un trago en su honor, Capitán!
Pedro y yo permanecemos inmóviles, encerrados en un círculo de luz bajo una farola mientras los vemos irse. Bajo la mirada hacia la acera y deslizo uno de mis zapatos hasta el borde del círculo de luz, viéndolo desaparecer en la oscuridad. Levanto la vista hacia la farola, preguntándome por qué está brillando sobre nosotros con esa intensidad.
—Se siente como si estuviéramos en un escenario —le digo, sin dejar de mirar hacia la luz.
Inclina la cabeza hacia atrás y se une a mi inspección del
alumbrado. —El Paciente Inglés —dice. Lo miro inquisitivamente. Hace un gesto hacia la farola por encima de nuestras cabezas—. Si estuviéramos en un escenario, probablemente sería una producción de El Paciente Inglés. — Él mueve su mano hacia atrás y adelante entre nosotros—. Ya estamos vestidos para la pieza. Una enfermera y un piloto.
Reflexiono sobre lo que dice, probablemente un poco demasiado. Sé que dice que es el piloto, pero si esto realmente fuera una producción teatral de El Paciente Inglés, creo que sería el soldado más que el piloto. El
soldado es el personaje que está involucrado sexualmente con la enfermera. No el piloto.
Sin embargo, el piloto es el que tiene el pasado secreto...
—Esa película es la razón por la que me convertí en enfermera — digo, mirándolo con una cara seria.
Regresa las manos a sus bolsillos, cambiando su mirada de la luz en lo alto hacia mí. —¿En serio?
Mi risa se escapa. —No.
Pedro sonríe.
Ambos giramos al mismo tiempo para volver hacia el hospital. Me encuentro con la pausa en la conversación para construir un muy mal poema en mi cabeza.
Pedro sonríe
Para nadie más
Pedro sólo sonríe
Para mí.
—¿Por qué te ríes? –pregunta.
Porque estoy recitando rimas vergonzosas de un nivel de tercer grado sobre ti.
Sello mis labios, forzándome a sonreír. Cuando sé que lo ha
olvidado, le respondo. —Sólo pienso en lo cansada que estoy. Esperando tener un muy buen —lo miro a los ojos— sueño esta noche.
Él es quien sonríe ahora. —Sé lo que quieres decir. Creo que nunca me he sentido tan cansado. Incluso podría dormir tan pronto como estemos dentro de tu coche.
Eso estaría bien.
Sonrío, pero termino la conversación cargada de metáforas.
Ha sido un día largo, y en realidad estoy cansada.
Caminamos en silencio, y no puedo dejar de notar que sus manos se hallan metidas con fuerza en sus bolsillos de la chaqueta, como si me estuviese protegiendo de ellas. O tal
vez las protege de mí.
Sólo estamos a una cuadra del estacionamiento cuando sus pasos son más lentos, y luego se detiene por completo.
Naturalmente, dejo de caminar y doy la vuelta para ver lo que le llama la atención. Mira hacia el cielo, y mis ojos se centran en la cicatriz que corre a lo largo de su mandíbula. Quiero preguntarle al respecto. Quiero preguntarle acerca de todo. Quiero hacerle un millón de preguntas, empezando por cuándo es su cumpleaños y luego cómo fue su primer beso. Después de eso, quiero preguntarle sobre sus padres, toda su infancia y su primer amor.
Quiero preguntarle sobre Romina. Quiero saber lo que pasó con ellos, y por qué eso lo llevó a querer evitar cualquier forma de intimidad durante más de seis años.
Más que nada, quiero saber lo que hay en mí que finalmente puso fin a la misma.
—Pedro —le digo, cada pregunta que quiero hacerle buceando en la punta de la lengua.
—Sentí una gota de lluvia —dice.
Antes de que la oración deje su boca, siento una también.
Los dos miramos hacia el cielo ahora, y me trago todas las preguntas junto con el nudo en la garganta. Las gotas empiezan a caer más rápido, pero seguimos de pie allí, con nuestros rostros inclinados hacia el cielo. Las gotas
esporádicas se convierten en virutas, que luego se transforman en lluvia, pero ninguno de nosotros se mueve.
Ninguno de nosotros hace una carrera loca para llegar al coche. La lluvia se desliza por mi piel, mi cuello, mi pelo,
y empapa mi blusa. Mi cara todavía está inclinada hacia el cielo, pero mis ojos están cerrados ahora.
No hay nada en el mundo que pueda compararse con la sensación y el olor de la lluvia cayendo.
Tan pronto como ese pensamiento cruza mi mente, manos cálidas alcanzan mis mejillas y se deslizan por mi nuca, roban la fuerza de mis rodillas y el aire de mis pulmones. Su altura me protege de la mayor parte de la lluvia ahora, pero sigo con los ojos cerrados e inclinados hacia el cielo. Sus labios bajan suavemente sobre los míos, y me encuentro
comparando la sensación y el olor de la lluvia nueva con su beso.
Su beso es mucho, mucho mejor.
Sus labios se encuentran húmedos por la lluvia, y están un poco fríos, pero él lo contrarresta con la cálida caricia de su lengua contra la mía. La lluvia que cae, la oscuridad que nos rodea, y ser besada así hacen que me sienta como si de verdad estuviéramos en un escenario y nuestra historia acabara de llegar a su punto culminante. Se siente como si mi corazón, mi estómago y mi alma luchan por salir de mí y adentrarse en él.
Si todos mi veintitrés tres años fueran colocados sobre un gráfico, este momento sería la cresta en mi curva de utilidad.
Probablemente debería estar un poco triste sobre esta comprensión.
Tuve unas cuantas relaciones serias en el pasado, pero no puedo recordar un solo beso con alguno de esos tipos donde me sentí de este modo. El hecho de que ni siquiera esté en una relación con Pedro y que me sienta tan afectada por él debería decirme algo, pero estoy demasiado interesada como para escudriñar esos pensamientos.
La lluvia se ha convertido en un aguacero, pero ninguno de los dos parece afectado por ella. Sus manos bajan a mi espalda, y cierro mi puño en su camisa, acercándolo más.
Su boca se ajusta a la mía como si fuéramos dos piezas de un mismo rompecabezas.
La única cosa que posiblemente me podría separar de él en este momento sería un rayo. O el hecho de que está lloviendo tan fuerte que no puedo respirar. Mis ropas están pegadas a partes de mí donde ni siquiera sabía que la ropa pudiera pegarse. Mi cabello está tan empapado que no
puede absorber una gota más de agua.
Empujo contra él hasta que libera mi boca, y luego entierro mi cabeza bajo su barbilla y miro hacia abajo para poder respirar sin ahogarme. Envuelve su brazo alrededor de mis hombros y me hace caminar hacia el estacionamiento, levantando su chaqueta por encima de mi cabeza. Toma ritmo, e igualo sus pasos hasta que los dos estamos
corriendo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ayyyyyyyyyyy, qué hermosos caps x favorrrrrrrrrrrrr!!!!!!!!!!
ResponderEliminar