PEDRO
Seis años antes…
Mi papá dice que necesita hablar con nosotros.
Me pide que busque a Romina y los encuentre a él y Lisa en la
mesa de la sala. Le digo que sí, que hay algo de lo que tenemos que
hablar con ellos.
La curiosidad destella en sus ojos, pero sólo por un breve segundo. Él
piensa en Lisa otra vez, y ya no siente curiosidad.
Lisa es su todo.
Me voy a la habitación de Romina y le digo a mi todo que ellos quieren
hablar con nosotros.
Todos nos sentamos en la mesa del comedor.
Sé lo que va a decir. Va a decirnos que le propuso casamiento.
No quiero que me importe, pero me importa. Me pregunto por qué no
me lo dijo primero. Me entristece, pero sólo un poco. No va
a importar después de que les diga lo que tenemos que decirles.
—Le pedí a Lisa que se case conmigo —dice. Lisa le sonríe. Él
le sonríe a ella.
Romina y yo no sonreímos.
—Entonces lo hicimos —dice Lisa, mostrando su anillo.
Entonces.
Lo.
Hicimos.
Romina jadea en voz baja.
Ya están casados.
Se ven felices.
Nos miran, esperando una reacción.
Lisa está preocupada. No le gusta que Romina se vea tan molesta.
—Cariño, fue un impulso. Estábamos en Las Vegas.
Ninguno de nosotros quería una gran boda. Por favor, no te enfades.
Romina comienza a llorar en sus manos. Envuelvo un brazo alrededor de
ella y quiero consolarla. Quiero darle un beso tranquilizador, pero
mi padre y Lisa no lo entenderían.
Tengo que decirles.
Mi papá parece confundido porque Romina esté tan molesta. —No creí
que a alguno de ustedes le importara —dice—. Ambos se irán a
la universidad en un par de meses.
Cree que estamos enojados con ellos.
—¿Papá? —le digo, manteniendo mi brazo alrededor de Romina—. ¿Lisa?
Los miro a los dos.
Voy a arruinar su día.
A arruinarlo.
—Romina está embarazada.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
SILENCIO ENSORDECEDOR.
Lisa está en shock.
Mi padre reconforta a Lisa. Su brazo está alrededor de ella y
le frota la espalda.
—Ni siquiera tienes novio —le dice Lisa a Romina.
Romina me mira.
Mi padre se pone de pie. Está enfadado. —¿Quién es el responsable?
—grita. Me mira—. Dime quién es, Pedro. ¿Qué tipo de
hombre embaraza a una chica y no tiene las pelotas para estar con ella
cuando le dice a su propia madre? ¿Qué tipo de hombre permitiría que
el hermano de la muchacha sea el que dé las noticias?
—No soy su hermano —le digo a mi padre.
No lo soy.
Ignora mi comentario. Se pasea por la cocina.
Odia a la persona que le hizo esto a Romina.
—Papá —le digo. Me pongo de pie.
Deja de pasearse. Se vuelve y me mira.
—Papá...
De repente no estoy tan seguro como cuando me senté a hacer
esto.
Lo tengo bajo control.
—Papá, fui yo. Yo soy el que la dejó embarazada.
Mis palabras son difíciles de asimilar para él.
Lisa mira de un lado a otro entre Romina y yo. Ella
tampoco puede asimilar lo que digo.
—Eso no es posible —dice mi padre, tratando de alejar toda
los pensamientos que le dicen que es posible.
Espero que sean procesados.
Su expresión cambia de la confusión a la ira. Me mira
como si ni siquiera fuera su hijo. Me mira como si fuera el
hombre que dejó embarazada a su nueva hijastra.
Él me odia.
Me odia.
Realmente me odia.
—Fuera de esta casa.
Miro a Romina. Me agarra la mano y niega con la cabeza,
rogándome silenciosamente que no me vaya.
—Fuera —dice de nuevo.
Me odia.
Le digo Romina que debo irme. —Sólo por un rato.
Me pide que no me vaya. Mi padre rodea la mesa y
me empuja. Me empuja hacia la puerta. Libero la mano de Romina.
—Voy a estar en lo de Ian —le digo—. Te amo.
Esas palabras son, obviamente, demasiado para mi padre, porque su
puño viene inmediatamente a mí. Aleja la mano y se ve
casi tan sorprendido como yo por darme un puñetazo.
Salgo y mi padre cierra la puerta.
Mi padre me odia.
Camino a mi coche y abro la puerta. Me siento en el asiento del conductor,
pero no arranco el motor. Me miro en el espejo. Mi labio está
sangrando.
Odio a mi padre.
Salgo de mi coche y cierro la puerta. Regreso a la
casa. Mi padre se acerca rápidamente a la puerta.
Levanto mis palmas. No quiero pegarle, pero lo haré. Si él
me toca de nuevo, voy a pegarle.
Romina ya no está en la mesa.
Romina está en su habitación.
—Lo siento —le digo a los dos—. No quisimos que esto
ocurriera, pero sucedió y ahora tenemos que lidiar con eso.
Lisa está llorando. Mi padre la abraza. Miro a Lisa.
—La amo —le digo—. Estoy enamorado de tu hija. Me ocuparé
de ellos.
Tenemos esto bajo control.
Lisa no puede ni siquiera mirarme.
Los dos me odian.
—Esto comenzó antes de conocerte, Lisa. La conocí antes de
saber que estabas con mi padre y tratamos de detenerlo.
Eso es un poco mentira.
Mi padre se adelanta. —¿Todo el tiempo? ¿Esto ha estado
pasando todo el tiempo que ella ha vivido aquí?
Sacudo la cabeza. —Ha estado sucediendo desde antes que ella viva
aquí.
Ahora me odia más. Quiere golpearme de nuevo, pero
Lisa lo jala hacia atrás. Ella le dice que lo resolverán.
Le dice que puede “resolverlo”. Le dice que va a estar
bien.
—Es demasiado tarde para eso —le digo a Lisa—. Ella está muy
avanzada.
No espero a que mi padre me golpee de nuevo. Paso corriendo por el
pasillo y voy con Romina. Cierro la puerta tras de mí.
Ella me encuentra a mitad de camino. Lanza los brazos alrededor de mi
cuello y llora en mi camisa.
—Bueno —le digo—, la parte difícil ya terminó.
Se ríe entre el llanto. Me dice que la parte más difícil todavía no ha
terminado.
Me dice que la parte más difícil es sacar al bebé.
Me río.
Te amo tanto, Romina.
—Te amo tanto, Pedro —susurra.
—Esto comenzó antes de conocerte, Lisa. La conocí antes de
saber que estabas con mi padre y tratamos de detenerlo.
Eso es un poco mentira.
Mi padre se adelanta. —¿Todo el tiempo? ¿Esto ha estado
pasando todo el tiempo que ella ha vivido aquí?
Sacudo la cabeza. —Ha estado sucediendo desde antes que ella viva
aquí.
Ahora me odia más. Quiere golpearme de nuevo, pero
Lisa lo jala hacia atrás. Ella le dice que lo resolverán.
Le dice que puede “resolverlo”. Le dice que va a estar
bien.
—Es demasiado tarde para eso —le digo a Lisa—. Ella está muy
avanzada.
No espero a que mi padre me golpee de nuevo. Paso corriendo por el
pasillo y voy con Romina. Cierro la puerta tras de mí.
Ella me encuentra a mitad de camino. Lanza los brazos alrededor de mi
cuello y llora en mi camisa.
—Bueno —le digo—, la parte difícil ya terminó.
Se ríe entre el llanto. Me dice que la parte más difícil todavía no ha
terminado.
Me dice que la parte más difícil es sacar al bebé.
Me río.
Te amo tanto, Romina.
—Te amo tanto, Pedro —susurra.
Ayyyy, Dios mío, qué despelote tiene Pedro en su cabeza.
ResponderEliminarAy! q capítulos!!! pero q paciencia va a tener q tener Pau para arreglar lo q sea q tenga este pibe en la cabeza!
ResponderEliminarDIOSSS necesito q le paso a pedro con esa romina!!!espero q pau pueda sacarlo adelante (le digo "esa" xq ya no me cae jajaj) espero los prox,bsooo @GraciasxTodoPYP
ResponderEliminarwow buenísimo, seguí subiendo!!!
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