martes, 14 de octubre de 2014
CAPITULO 42
Sale de mi cuando termina.
Miro fijamente el techo.
Mi cabeza está llena de muchísimas preguntas. Mi corazón repleto de confusión. Esto entre nosotros nunca ha sido fácil. Uno pensaría que limitarse a sólo tener sexo sería la cosa más simple del mundo, pero me hace cuestionar cada movimiento y cada palabra que sale de mi boca.
Me encuentro analizando cada mirada que me da.
Ni siquiera sé qué movimiento se supone que debo hacer. ¿Me quedo acostada aquí hasta que me pida que me vaya?
Nunca me he quedado con él antes. ¿Me doy la vuelta y lo envuelvo con mis brazos, esperando que me abrace de vuelta hasta que nos durmamos? Estoy muy asustada de que me rechace.
Soy estúpida.
Soy una estúpida, estúpida chica.
¿Por qué para mi esto no puede tratarse simplemente de sexo, también? ¿Por qué no puedo venir aquí, darle lo que quiere, conseguir lo que quiero, e irme?
Ruedo hacia mi lado y me pongo lentamente de pie. Me agacho para coger mi ropa, luego me paro y me visto. Me está observando, pero permanece en silencio.
Evito mirarlo hasta que estoy vestida por completo y poniéndome los zapatos. Por mucho que quiera acostarme en la cama con él, camino hacia la puerta. No me volteo cuando digo—: Nos vemos mañana, Pedro.
Camino hacia la puerta principal. No habla. No me dice que me verá mañana, y no se despide.
Espero que su silencio sea una prueba que no le gusta cómo se siente ser del que se alejan.
Abro la puerta y atravieso el pasillo, entrando a mi departamento.
Gonzalo está sentado en el sillón, viendo televisión. Levanta la mirada hacia la puerta cuando me escucha entrar, luego me lanza una altiva mirada de desaprobación.
—Relájate —digo cuando entro. Me quito los zapatos junto a la puerta—. Tendrás que superarlo pronto.
Lo veo sacudir su cabeza, pero lo ignoro y camino hacia mi
habitación.
—Te follaba a mis espaldas, mintiéndome —dice Gonzalo—. No es algo que vaya a superar.
Me giro hacia la sala de estar y veo que Gonzalo me está observando.
—¿Esperabas que fuera honesto contigo? Dios mío, Gonzalo Sacaste a patadas a Augusto de tu departamento por mirarme de la manera equivocada.
Gonzalo se pone de pie, ahora enfadado. —¡Exactamente! —grita—. ¡Pensé que Pedro te protegía de Augusto, cuando en realidad dejaba en claro que le pertenecías! ¡Es un maldito hipócrita, y estaré enfadado con él por todo el tiempo que quiera estar enfadado con él, así que tú supéralo!
Me río, porque Gonzalo no tiene derecho a señalar a nadie por sus problemas.
—¿Qué es tan divertido, Paula? —chasquea.
Vuelvo a la sala de estar y me paro directamente frente a él.
—Pedro no ha sido nada más que honesto conmigo acerca de lo que quiere. Ni una sola vez me ha llenado de mierda. Soy la única chica con la que ha estado en seis años, ¿y vas a llamarlo a él hipócrita? —Ya ni siquiera intento
mantener mi voz en un volumen bajo—. Podrías querer mirarte en el espejo, Gonzalo. ¿Con cuántas chicas has estado desde que me mudé aquí?
¿Cuántas de ellas crees que tienen hermanos que amarían patear tu trasero si te descubren? ¡Si alguien es hipócrita aquí, ese eres tú!
Sus manos están apoyadas sobre sus caderas, y me observa con una mirada fría en sus ojos. Cuando no responde, me volteo para ir a mi habitación, pero la puerta frontal se abre con un golpeteo.
Pedro.
Ambos nos volteamos justo cuando asoma su cabeza. —¿Todo está bien aquí? —pregunta, entrando a la sala de estar.
Miro fijamente a Gonzalo, y Gonzalo me mira a mí. Levanto la ceja, esperando que responda la pregunta que Pedro hizo, dado que él es quien tiene un problema.
—¿Estás bien, Paula? —pregunta Pedro, dirigiéndose a mi ahora.
Vuelvo a mirarlo y asiento. —Estoy bien —digo—. No soy la que tiene expectaciones falsas de mi hermana.
Gonzalo gruñe en voz alta, luego se voltea y patea el sillón.
Pedro y yo lo observamos mientras se pasa las manos por el cabello y agarra su nuca con fuerza. Se voltea para mirar a Pedro otra vez, entonces exhala pesadamente.
—¿Por qué no pudiste haber sido gay?
Pedro lo observa con cautelosa concentración. Espero que alguno de los dos reaccione, así sabré si puedo respirar o no.
Pedro comienza a sacudir la cabeza tan pronto como una sonrisa aparece por su rostro.
Gonzalo comienza a reír, pero al mismo tiempo gruñe, señalando que acaba de llegar a un trato con lo nuestro, a pesar que puede que aún no esté de acuerdo con ello.
Sonrío y salgo rápidamente del departamento, esperando que arreglen lo que sea que se rompió entre ellos cuando aparecí de la nada.
Las puertas del ascensor se abren en el vestíbulo y estoy lista para salir, pero Cap está parado frente a ellos como si estuviera a punto de entrar.
—¿Viniste a buscarme? —pregunta.
Asiento y apunto hacia arriba. —Gonzalo y Pedro están arreglando las cosas. Iba a darles un minuto.
Cap entra al ascensor y presiona el botón del piso veinte. —Bueno, supongo que puedes encaminarme a casa —dice.
Agarra las barras detrás de él para apoyarse. Me quedo de pie y me recuesto contra la pared detrás de mí.
—¿Puedo hacerte una pregunta, Cap?
Me da el visto bueno con un asentimiento. —Amo preguntarlas tanto como amo responderlas.
Bajo la mirada a mis zapatos, pasando uno encima del otro.
—¿Qué crees que haría que un hombre nunca vuelva a experimentar el amor otra vez?
Cap no responde mi pregunta por, al menos, cinco pisos.
Eventualmente, lo miro, y me doy cuenta que se encuentra mirándome fijamente, con los ojos entrecerrados, provocando incluso más arrugas entre ellos. —Supongo que si un hombre pasó por el lado más feo del amor, puede que nunca quiera volver a experimentarlo otra vez.
Pienso en su respuesta, pero no ayuda mucho. No veo cómo el amor puede volverse lo suficientemente feo como para una persona pueda cerrarse por completo ante él.
Las puertas del ascensor se abren en el piso veinte, y lo dejo salir primero. Camino con él a la puerta de su departamento y espero que la abra. —Paula —dice. Está mirando su puerta, pero no se voltea para terminar la oración—. A veces el espíritu de un hombre no es lo suficientemente fuerte para resistir los fantasmas de su pasado. —Abre la puerta de su departamento, y entra—. Tal vez ese chico simplemente perdió su espíritu a lo largo del camino. —Cierra la puerta, y me deja intentando descifrar aún más confusión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Buenísimos los 2 caps. Ahora quiero saber si va a pasar mucho tiempo hasta q PP se enamore d Pau y se deje llevar x el amor.
ResponderEliminarAyy amo la nove!! Pero creo q es una cn las q más muero d ansiedad x saber q va pasar!! Jajaja espero los prox bsoo @GraciasxTodoPYP
ResponderEliminarBuenísimo, seguí subiendo!!!
ResponderEliminarMuy buenos capítulos! q bueno q Gonzalo apruebe lo q sea q tienen, pero también quiero saber hacia donde van, porq parce todo tan complicado!
ResponderEliminarQue complicado todo, pero estoy segura q pp siente algo por pau, y muero por saber q paso con Romina y el bebé
ResponderEliminar